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viernes, 13 de marzo de 2015

EL MODELO CINEMATOGRÁFICO MEXICANO, UN MONSTRUO CREADO DESDE Y PARA LA CORRUPCIÓN. (*)

Javier Oteka
Escritor, director y productor mexicano

Estas son las premisas de los doctores del Frankenstein:


1. Enterrar el modelo creado por los Echeverría y revolcado por Margarita López Portillo, para dar vida a uno mixto que transite a otro neoliberal.

2. Simular que el Estado se abre a la libertad de mercado en la industria cinematográfica, pero sin reformar la Ley ni las condiciones estructurales para que esto sea posible, sino que por lo contrario, ocultando que todo este sistema, incluyendo el TLC, lo que ha de fomentar es la protección de los intereses estadounidenses, obstaculizando el desarrollo integral de la industria cinematográfica mexicana, específicamente la difusión de nuestros contenidos propios.

3. Fomentar el desarrollo de un sector mexicano de exhibición que, asociado con las distribuidoras majors y cobijados por prácticas monopólicas, fomenten el flujo de películas estadounidenses e incumplan la Ley, con impunidad, limitando la exhibición del nuevo cine nacional. Sin embargo, en lo que se refiere al cine de épocas anteriores, e incluso al actualmente producido y distribuido por las televisoras, fomentar su difusión e incluso la trasgresión a los derechos autorales, ya que por lo general dicha divulgación no pone en riesgo al sistema social, político y económico actual y sí, en cambio, beneficia enormemente a las televisoras aliadas del gobierno. Y ya que la apertura a las formas de exhibición importadas de Estados Unidos exige la aniquilación del cine como medio de entretenimiento popular a precios bajos, como compensación el gobierno y la industria han de simular que combaten la piratería, pero en realidad no sólo han de tolerarla, sino fomentarla mediante mecanismos de corrupción.

4. Simular que se apoya el desarrollo del sector productivo mediante financiamientos, apoyos y estímulos fiscales que, al no poder exhibir sus películas en condiciones competitivas de equidad, los productores sujetos de apoyo, en vez de crear industria, actúen como contratistas de producción inflando sus presupuestos y cobrándose por adelantado, obviamente, por no existir las condiciones para competir en un democrático sistema de libre mercado.

5. Que un triunvirato de funcionarios del Estado (Hacienda, Conaculta e Imcine), tengan la última decisión discrecional de si apoyan o no a determinados sujetos y proyectos de producción y distribución, teniendo la facultad de aplicar o no las recomendaciones de los grupos técnicos y así permitirle controlar los mecanismos de corrupción.

6. Conformar comités técnicos mediante funcionarios públicos y miembros supuestamente honorarios de la comunidad cinematográfica, para que controlen los fideicomisos y decidan a qué sujetos y proyectos apoyan, y manteniendo a los miembros de los comités bajo un manto de impunidad que les permita auto beneficiarse y beneficiar a quienes convenga a sus intereses particulares y de mafia.

7. Empoderar al empresariado contribuyente para que, desde su ideología sistémica y sin ser productor acreditado de cine, apoye o censure las películas que financiará, no con sus recursos propios, sino mediante el estímulo fiscal del artículo 189 (antes 226) de la Ley del Impuesto sobre la Renta. Y reconocer la figura típica del 'coyote' (broker), para que funja como intermediario negociador que defienda los intereses del contribuyente en perjuicio del sujeto de apoyo, reduciéndole al mínimo sus derechos y autorizándole al coyote una comisión que supere los honorarios de los directores de las películas y hasta de muchos de los productores; eso sí, sin que su función encarecedora del recurso público aparezca en los documentos legales como la de 'broker' o comisionista, sino  simplemente como la de un gestor o asesor.

8.   Burlar la ley y los mecanismos de transparencia para ocultar y negar la información de cómo, cuánto y en qué se gastan las partidas de recursos públicos entregadas a los sujetos de apoyo para la producción y la distribución de las películas, mediante excusas tales como que se trata de información reservada como confidencial.

9. Mantener maiceado, bajo control, al temperamental y potencialmente "peligroso" personal técnico y artístico de la producción que, acostumbrado al trabajo eventual (freelance) y a la carencia de prestaciones que otros trabajadores tienen, por miedo al castigo se mantenga sumiso y medio alimentándose con el maicito que ocasionalmente le distribuyen.

(*) Este artículo es una reproducción corregida del que el mismo autor publicó en Latinamerican Film Notices de Nueva York, el 12 de marzo de 2015.