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martes, 8 de noviembre de 2016

LA INEFICAZ POLITICA PÚBLICA DEL CINE MEXICANO.

por Javier Oteka

¡DEMOLEDOR!

Nadie puede negar que China es una potencia en cinematografía. Produce 300 películas al año para 1,400 millones de habitantes.

México, en cambio, con sus 140 películas al año para 120 millones de habitantes, se obstina en mantener sobresaturada su oferta y no logra publicitar ni exhibir toda su producción.

Jorge Sánchez Sosa
Director General del IMCINE
MÉXICO PRODUCE 5.44 VECES MÁS PELÍCULAS POR HABITANTE QUE LA POTENCIA CHINA.

[Y 1.32 veces más que la industria estadounidense con poco menos de 500 películas por año para 325 millones de habitantes].

Esto ayuda a explicar la inviabilidad financiera e industrial de la producción de cine que el gobierno mexicano fomenta. Ha optado por la cantidad y el desperdicio, y no por la calidad. Su lógica se ha basado en el maiceo y no en el mercado. Su productividad y rentabilidad son escandalosamente bajas.

La verdad que Peña Nieto no se atrevió a
revelar en su 4° Informe de Gobierno

Y su lógica cultural ha fracasado, no ha sabido conectar con el público, sino sólo sobredimensionar el limitado impacto de contados reconocimientos de algunas élites festivaleras. Con todo y su enorme producción de 140 películas por año, y dada la penetración de la industria estadounidense, el análisis estadístico nos indica que los mexicanos van al cine a ver 1 película mexicana cada 7 años.

Una cantidad conveniente de películas largas (y de ligas mayores) para México, sería lograda por un justo medio entre la producción china y la estadounidense: alrededor de 52 películas por año, un promedio de un nuevo estreno a la semana, con un promedio de cinco semanas en cartelera cada uno.

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Muy recomendable:

http://www.jornada.unam.mx/2016/11/08/espectaculos/a09n1esp

sábado, 5 de noviembre de 2016

NARCOCINE Y NARCOSERIES: Gran parte del público ya no valora ni juzga como antes lo que los medios le presentan.

por Javier Oteka 

Hace muchos años, arriesgando que quienes no me conocían me catalogaran como drogadicto y me condenaran por mi precoz posicionamiento, me pronuncié a favor de la legalización de las drogas en nuestro país, y dejé muy claro que lo hacía desde dos perspectivas: la de la seguridad pública y la de la salud.

Tenía y tengo el convencimiento de que su supuesta prohibición propicia la colusión de autoridades con delincuencia organizada que deriva en un mercado negro para la creciente venta de droga y la creación de gigantescos capitales clandestinos que debilitan las posibilidades del Estado para tener el control del llamado monopolio de la violencia.

Y en cuanto a la salud, la legalización bien regulada no sería factor per sé de crecimiento de las adicciones, si el esquema de legalización no se abre a un libre mercado que hasta se le permita publicitar drogas y hábitos de consumo, sino que por el contrario se diseñan y transmiten acciones y campañas de prevención.

Recientemente, dos congresistas pusieron el foco de la atención mediática en los efectos negativos que está causando la transmisión de las llamadas narcoseries. Ello ha derivado en una polémica en la que los medios y los factores que participan en la producción de estas series, se oponen a esa posición, defendiendo que esas series sigan produciéndose y difundiéndose ya que sólo reflejan una realidad que ya existe. Y que oponerse a su producción y difusión, es contrario a la libertad de expresión. Este argumento lo esgrimen, sobre todo, quienes para defender los patrocinios que las industrias de la producción y de los medios reciben del crimen organizado, exigen una libertad de expresión absoluta, sin límites ni regulaciones.

Que los narcos tengan castigo dentro de la trama de las películas y las series, no logra que cierto público tema a las consecuencias que esos actos puedan ocasionarle. Al contrario, le generan mayor dosis de adrenalina, mayor atractivo al riesgo que se juegan, una dependencia como la que produce la ludopatía a los adictos al juego. 

En ese sentido, las narcoseries y el narcocine —con el multimillonario apoyo económico de los fideicomisos del Estado, sus incentivos fiscales vía EFICINE, así como los incontables recursos que lava la delincuencia organizada—, están contribuyendo a la degradación de la sociedad, ya sea que se ubiquen dentro o relativamente fuera de los límites de la apología del crimen.

Damián Alcázar y Joaquín Cosío (El Cochiloco)
en la película El Infierno, escrita, dirigida y
producida por Luis Estrada. Abajo, casi subliminalmente,
se publicita la marca FORD.
¿Cuántos narcos en potencia y los que ya están logrados, admiran las hazañas del Cochiloco y quisieran hacerse de una súper poderosa pick up Ford como la suya; cuántas damiselas lobukis aspiran a vivir como por ejemplo la Reyna del Sur, aunque dichos personajes padezcan violencia en sus vidas; cuántos jóvenes de ambos sexos quieren experimentar esa conexión con su naturaleza salvaje (como la de los porristas exacerbados en los estadios de fútbol), cuando una estudiante somete a su maestra, le troza el mechón de pelo y lo eleva como signo triunfal ante el colegio entero que le aplaude a rabiar?

Sean Penn, El Chapo Guzmán y Kate del Castillo.
Con respeto al trabajo histriónico que realizan actores y actrices, quisiera que se percaten, al igual que los escritores, directores, productores y medios, de que las formas de violencia y delito que representan, aunque existen en la realidad, en gran medida están contribuyendo a idealizar formas de vida marginales, caracterizadas por un justicierismo antisocial, por una reivindicación de la delincuencia que justifica su actuar dadas las reprobables conductas de las clases en el poder.

Y, por si eso fuera poco, con el tema musical [de Rosario Tijeras] están remachando la idea de que esta guerra actual hay que vivirla con el veterotestamentario dogma del "ojo por ojo, diente por diente".


Recomiendo revisar:

https://www.youtube.com/watch?v=KhGajLwxAdc


http://www.cronica.com.mx/notas/2016/993744.html
 


El enfoque de la revolución social que estas películas y series presentan, no es el de la lucha del bien contra el mal, sino de malos contra más malos que los hacen parecer buenos. Han perdido la óptica del sano juicio, en gran parte debido al falaz discursillo de que el melodrama, caracterizado en personajes que oponen el bien contra el mal, es un género trillado que no refleja la realidad, pues según dicen nadie es totalmente bueno ni totalmente malo. Eso es cierto, y el género melodramático lo sabe; por ello es clasificado entre los géneros no realistas, según lo explica la reconocidísima maestra de dramaturgia Luisa Josefina Hernández.

El que las personas en la realidad tengan ambas dimensiones, de bondad y de maldad, no significa que ello descalifique el juicio y la valoración ética y moral. Si la civilización no hubiera llegado a estos descubrimientos, seguiría en el estado salvaje, del ojo por ojo y diente por diente.

Hoy más que nunca es urgente rescatar el sentido de responsabilidad social, para lo cual es preciso reflexionar con profundidad y claridad las motivaciones que nos mueven. Si ya no queremos melodramas, no los hagamos, desarrollemos otros géneros; pero por ningún motivo hagamos apología del mal, del delito, de la violencia. No contribuyamos a confundir a la sociedad aún más.

Eso no significa que dejemos de presentar el mal, el delito, la violencia que existe, ¡no! Significa que los artistas, técnicos y productores debemos asumir nuestra responsabilidad social, lo cual requiere que la presentación de los conflictos no se preste a exacerbar las conductas antisociales y el mal en general, como si fuera bueno.

Viene a mi mente Gandhi. Él no permitió que el pueblo de la India se sometiera y aceptara la esclavitud. Lo animó a luchar para que ese estado de cosas terminara; pero no mediante la violencia, sino en virtud de la resistencia pacífica. Y demostró que esa actitud y conducta tiene más poder de cambio que la violencia.



Ojala los medios ayudaran a construir una sociedad con paz y con justicia.  





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LA APOLOGÍA DEL DELITO EN EL NARCOCINE Y EN LAS NARCOSERIES DEBE SER COMBATIDA CON AUDITORÍAS Y FUERTES SANCIONES A LOS MEDIOS, EJECUTIVOS Y PRODUCTORES QUE CON ELLO ESTÁN LAVANDO DINERO DE LA DELINCUENCIA Y CONTRIBUYENDO A LA EXTINCIÓN DEL ESTADO DE DERECHO.


La libertad de mercado no es absoluta, tiene y debe tener ciertas regulaciones que protejan el bien común; al igual que la libertad de expresión.

+ + +

[De hecho las tienen, por ejemplo las que define el artículo 6° de nuestra Constitución:

"La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, la vida privada o los derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público; el derecho de réplica será ejercido en los términos dispuestos por la ley... "

Y las que expresa nuestro Código Penal:

CAPÍTULO VII - Provocación de un Delito y Apología de éste o de algún Vicio y de la Omisión de impedir un Delito que atente contra el Libre Desarrollo de la Personalidad, la Dignidad Humana o la Integridad Física o Mental.

Artículo 208. Al que provoque públicamente a cometer un delito, o haga la apología de éste o de algún vicio, se le aplicarán de diez a ciento ochenta jornadas de trabajo en favor de la comunidad, si el delito no se ejecutare; en caso contrario se aplicará al provocador la sanción que le corresponda por su participación en el delito cometido.

Artículo 209. El que pudiendo hacerlo con su intervención inmediata y sin riesgo propio o ajeno, no impidiere la comisión de uno de los delitos contemplados en el Título VIII, Libro Segundo, de este Código, se le impondrá la pena de seis meses a dos años de prisión y de cincuenta a doscientos días multa.

Las mismas penas se impondrán a quien, pudiendo hacerlo, no acuda a la autoridad o a sus agentes para que impidan un delito de los contemplados en el párrafo anterior y de cuya próxima comisión tenga noticia].

+ + +

El actor Plutarco Haza, entrevistado por un periodista, acaba de utilizar el simil del espejo, queriendo decir que las narcoseries sólo son un reflejo de lo que ocurre en la sociedad. Yo sostengo que si bien son reflejo, también reproducen esa realidad y hasta la exacerban. Muchas de las situaciones y los personajes que presentan esas series y películas funcionan como provocadores de emulación. Gran cantidad de jóvenes, y hasta adultos, admiran a esos personajes, se convierten en ídolos a los cuales imitar, aun cuando padezcan parte de los efectos de la violencia que ellos mismos provocan. Se emula una clase de heroísmo sujeto al riesgo, a la adrenalina, cuyo comportamiento antisocial alcanza jugosas recompensas, aunque sean temporales.

Los inmensos intereses financieros, producto del delito, que los patrocinan, están contribuyendo a reproducir ideas y costumbres que son nocivas para la sociedad. Éste es uno de los casos donde la libertad de expresión y de mercado, deben tener un límite que es el bien general de la población.

Es lícito presentar al crimen -porque existe-, pero de ninguna manera hacer apología de él; mucho menos en los medios masivos y en la deteriorada situación que estamos viviendo.

Asimismo, deben ser investigados y sancionados conforme a Derecho los servidores públicos que, por acción u omisión, están facilitando este estado de cosas.

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EL JUNIOR SALINAS AFIRMA QUE ASÍ, COMO ROSARIO TIJERAS, DEBE SER LA NUEVA TV AZTECA. 

Duración del video: 1 min. 43 segs). 

SECUENCIA DEL PRIMER CAPÍTULO DE ROSARIO TIJERAS, TRANSMITIDO POR CANAL 13 (hoy 1.1) DE TV AZTECA, A LAS 21:00 HRS. DEL 31 DE OCTUBRE DE 2016, Y QUE EVIDENTEMENTE VIOLA LA LEY AL HACER APOLOGÍA DEL DELITO.




La incontrolable y enardecida turba de jóvenes aplaude el triunfo de Rosario, la heroína salvaje, cuando les presume el trofeo del mechón de pelo que con sus tijeras corta violentamente a su maestra.

La apología se complementa con la voz en off del joven protagonista que expresa su admiración al acto salvaje y confiesa que desde ese día no ha podido sacársela del corazón.

Pero, con su doble moral, la empresa de Ricardo Benjamín Salinas Pliego, transmite un spot en donde la propia Bárbara de Regil (Rosario Tijeras ), dice no a las drogas.



domingo, 23 de octubre de 2016

CON SUS TIANGUIS, LOS AZTECAS DEMOSTRARON QUE SABÍAN MÁS DE MERCADOTECNIA QUE LA MAYORÍA DE LOS MANTENIDOS CINEASTAS MEXICANOS DE HOY.

por Javier Oteka

Los antiguos pobladores de estas tierras, eran expertos en vender en sus tianguis los productos que ellos mismos producían.

Pero ac
tualmente, quienes hacen más negocio con el cine mexicano, no son los que lo producen, sino los piratas, callejeros y de tianguis, comandados por sus capos y autoridades que los protegen. Los productores y sus contrapartes coludidas del gobierno, sólo saben exprimirle a sus presupuestos tantos recursos públicos como les sea posible, para que después de abonar el riguroso moche, vayan construyendo su mal habida riqueza.

Los juniors Ripstein, sus socios también juniors despilfarradores de herencias de sus trabajadores ancestros judíos; los protegidos de Marina Stavenhagen (ex directora del Imcine sancionada por la Función Pública y autodefinida "con ideología pero sin religión") y su socio Jaime Romandía; entre otros notables, prefieren ir a Cannes a mendigar aplausos con aroma a queso pestilente, que conectar con el gran público y recuperar, por lo menos, los recursos públicos que el Estado graciosamente les concede.

Industriafóbicos, desprecian la mercadotecnia, se refugian en su egolatría, niegan satisfacer al público porque priorizan la autocomplacencia del proceso creativo. Como no es su dinero el que arriesgan, sino el de los contribuyentes, prefieren el disfrute y los espejitos festivaleros, que recuperar los recursos públicos para incrementar los fondos y así pueda apoyarse a más cineastas que no pertenecen a la casta divina.

El castigo o lección que les aplica el personaje de Gonzalo Vega a sus juniors en "Nosotros Los Nobles", sería poco para hacer reaccionar a esta bola de rémoras que, sin probada conciencia social, malgastan los escasos recursos del país.


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Tomado de la cultura popular wikipédica:

"Tianguis (del náhuatl tiānquiz(tli) 'mercado') es el mercado tradicional que ha existido en Mesoamérica desde la época prehispánica y que ha ido evolucionando en forma y contexto social a lo largo de los siglos. En otros países ha recibido diversos nombres, por ejemplo en España, particularmente en Andalucía, se lo conoce como zoco o mercadillo y en Estados Unidos adopta el nombre de flea market (mercado de pulgas); estos establecimientos se encuentran principalmente en los estados de Texas, Arizona, Nuevo México y California, aunque también los hay en otros estados. En Costa Rica se les conoce como "Tilicheras" (en desuso) o "mercado de pulgas", "remates", "ferias del agricultor" (si son alimentos), principalmente de discos o DVD piratas".

lunes, 10 de octubre de 2016

LO QUE ALFONSO CUARÓN QUISO DECIR Y NO SUPO TRANSMITIRLO EL PERIODISTA.

por Javier Oteka

Cuando estrenó 'Gravedad' en México, Alfonso Cuarón declaró a El Economista que la taquilla le parece perversa y no importa.


Sin embargo, la intención y enfoque con que lo dijo el cineasta, no supo explicarlo el periodista. Cuarón se refería al público en general y no a los realizadores de películas. Quería decir que los comunicadores no deberían orientar la opinión del público hacia una estimación mercantilista de las películas, para que las valoren en función de lo que dejan o no en la taquilla, sino por sus méritos o fallas intrínsecas.

Pero estoy convencido de que Cuarón no hablaba de que los hacedores de películas, dejemos de darle importancia a la dimensión económica e industrial del cine. Vaya, él mismo no podría producir sus filmes sin cuidar ese factor fundamental.

En México estamos plagados de maestros y críticos industriafóbicos, que han llegado al "iluminado" consenso de que el cine industrial o comercial, por sí mismo es malo, de menor grado estético que el "cine de arte", de una categoría que no llega a las alturas olímpicas de los cinéfilos cultos, cuyo canon es el que debe imponerse en los programas de formación del público.

Esa ideología reduccionista, heredada por añejos modelos estatistas, ha permeado y subsistido a tal grado de que la mayoría de los cineastas de hoy desprecian las técnicas y metodologías para que sus películas no sólo hagan un buen papel en la taquilla, sino que conecten con el público.

Un artista —cree la mayoría de ellos—, no debe enfocarse a la satisfacción del público, sino a la de sí mismo. La obra debe gustarle a él y qué importa lo demás... que el público se adapte y adopte un culto hacia él, aunque no lo comprenda ni vibre con él. Su necesidad expresiva —la del artista— es sagrada y debe encontrar cause en un espejo que le rinda adoración.

En el sistema que se ha generado, esta posibilidad ha quedado resuelta para quienes producen su cine al amparo de las instituciones del Estado, que han sido diseñadas para inflar esos egos que se ponen al servicio de la corrupción de la burocracia y de sus contrapartes privadas. Como se sabe, quien quiere ser financiado por esos recursos del Estado (la mayoría a fondo perdido), debe estar dispuesto al moche en cualesquiera de sus modalidades. Fuera de ese sistema, en México apenas va creándose una industria incipiente de producción, en gran medida independiente (*), que está aprendiendo a funcionar de acuerdo a los parámetros del mercado.

Podría afirmar que la mayoría de los egresados de las escuelas de cine y quienes ya son profesionales de la industria, son analfabetas mercadológicos. No saben concebir, crear y producir películas con la calidad necesaria para satisfacer al público y, consiguientemente, sustentar la consolidación de una industria generadora de empleos y bienestar.

En este subsector no se ha entendido aquel consejo milenario de que al pescador no hay que regalarle el pescado, sino enseñarlo a pescar... a gravitar, como bien podría enseñar Alfonso Cuarón.

(*) La mayor parte de esta industria "independiente", es la que depende de la infraestructura económica de las grandes televisoras, la que tiene acceso a los medios publicitarios.

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El fracaso en taquilla que ha derivado en un cine "invisible", como lo bautizó Paul Leduc en su discurso al recibir el Ariel de Oro de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, por supuesto no se debe únicamente al analfabetismo mercadológico de los formadores y hacedores de cine, sino a la estrategia perversa de las autoridades públicas que han fomentado, desde el legislativo y el ejecutivo, un sistema de maiceo para mantener domesticado al sector de producción, sin poner en riesgo el dominio que las empresas estadounidenses, y el duopolio mexicano de la exhibición, mantienen en nuestro país.

martes, 9 de agosto de 2016

EL DIRECTOR DEL IMCINE NO TIENE LUZ PROPIA.

por Javier OTK

Para brillar, Jorge Sánchez Sosa necesita los proyectos de los demás para inspirarse. Pero no requiere de inspiración ajena, sino sólo de complicidades, para hacer sus chanchullos.

Por recomendación de Saúl Juárez Vega, titular de la Secretaría Cultural y Artística del entonces CONACULTA, a quien presenté el proyecto para la innovación del cine móvil en México, el recién nombrado Director General del IMCINE, Jorge Sánchez Sosa, junto con su Coordinador General, Pablo Fernández Flores, nos recibieron en las oficinas del instituto para ver y escuchar la presentación audiovisual que les preparamos especialmente con un plan muy ambicioso para llevar a toda la República Mexicana unidades de cine móvil patrocinadas tanto por empresas de la iniciativa privada como por instituciones del sector público [nada que ver con "Ambulante", ni "Cine en tu ciudad", ni ningún otro sistema hasta entonces probado para darle movilidad al cine], en orden a recuperar muchos de los espacios públicos que la ciudadanía había perdido a causa de la inseguridad, y asimismo desarrollar un sistema de exhibición, originalmente estructurado y financiado, que lograra hacerle fuerte competencia al duopolio que tanto daño ha hecho al cine mexicano, y facilitarle al IMCINE una mayor cobertura y penetración para cumplir con su función social.

Le entregamos la presentación electrónica, dándonos recibo firmado por parte del IMCINE, y ofrecieron estudiar nuestro proyecto y comunicarnos en breve su decisión de si nos apoyarían en su implementación.

Han pasado más de tres años y no se han dignado a darnos respuesta, pese a que se las volvió a pedir el alto funcionario del CONACULTA. Sólo dicen que lo están revisando.

Pero hoy [9-ago-2016], La Casa del Cine, recinto administrado por la familia Sánchez Sosa, según narran los periódicos La Jornada y La Crónica de Hoy, anuncia triunfalmente que "saca el cine de las salas" para llevarlo a los barrios, obviamente apoyados con recursos públicos de la Ciudad de México.

Aunque el suyo se trata de un proyecto de mucho menor alcance del que les propusimos, no obstante su actitud nos parece francamente plagiaria y cínica.



http://www.jornada.unam.mx/2016/08/09/espectaculos/a13n1esp

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EL DIRECTOR GENERAL DEL IMCINE NO HA QUERIDO PUBLICAR SUS DECLARACIONES, PRETENDIENDO OCULTAR SUS MAÑAS O CINEMANÍAS, Y SUS CONFLICTOS DE INTERÉS.

Este video se aloja y promociona desde el sitio que administra el IMCINE en su canal de Youtube. Lo tragicómico es que hasta para aprovecharse de los recursos públicos son ineptos. Con toda esa infraestructura a su servicio, en 4 años sólo han logrado captar 74 visitas.

https://www.youtube.com/watch?v=jpzemCA48RM


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SÁNCHEZ SOSA: ¡MIENTES!

En tu informe del primer semestre del 2016 (http://www.jornada.unam.mx/2016/07/22/espectaculos/a08n1esp?partner=rss), declaras a La Jornada con falsedad que el Imcine no decide si las películas que apoya deben tener vida comercial.

Te recuerdo que a mí y a muchos otros colegas nos han negado apoyos bajo el argumento de que nuestras películas no tienen viabilidad comercial.

Con tu declaración estás aceptando que Fidecine, fideicomiso manejado por el Imcine, cometió fraude en mi contra y en contra de mis colegas.

Y éste es un grave daño que estás obligado a resarcir.

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Por si fuera poco, en la misma nota de La Jornada, Sánchez Sosa insiste en el falaz argumento de que el Imcine "goza de buena salud".

Este instituto y el cine nacional son un par de enfermos terminales conectados con mangueras de oxígeno y de nutrientes para sostenerles una existencia artificial. Por sí mismos no son capaces de vivir, año con año tienen que inyectarles recursos públicos que no han aprendido a producir.

Las políticas públicas han privilegiado al sector de la exhibición en perjuicio de la consolidación del sector productivo nacional.