por Javier OTK
¿Es o no válida, correcta o ética
la denuncia anónima?
Cuando alguien hace una denuncia
anónima, al denunciante le llueve una cargada de críticas y todo tipo de
descalificaciones por considerar que no tiene la valentía
de revelar quién es y que, por tanto, lo más seguro es que se trate de una
injuria o una difamación.
Sucede que hoy en día, con la violencia
desatada y la inseguridad reinante, las amenazas de los supuestamente
difamados, suelen llevarse a cabo. En muchas ocasiones, basta con que ellos o ellas, quienes defienden como bestias su presumible honorabilidad
vilipendiada, así tengan o no razón, utilizan su dinero y su poder para
destruir a quien le significa un peligro para sus intereses. Por eso, esta sociedad
se ha llenado de tranzas, gañanes, mafiosos, delincuentes comunes y de cuello
blanco, quienes con una mordida compran ministerios públicos y jueces para
hacer valer su postura, sea o no ética o justa.
¿Cuánto tiempo estuvo injustamente
presa Ana María Orozco Castillo, la ex pareja del ex magistrado Góngora
Pimentel? ¿Acaso no se dijo hasta el
cansancio que aquella señora estaba difamando a su esposo, el ‘noble y
honorable’ juez, por defenderse de que éste le quería quitar a sus hijos? ¿No
es verdad que hasta que intervinieron los medios de comunicación en defensa de
la mujer, pudo llegarse a la verdad? ¿Cuál? Pues que el tal hombre poderoso no
sólo mentía, sino como miembro de alta investidura en el poder judicial, había
comprado a quienes, desde el poder y la “legalidad”, tenían presa a su ex mujer.
Me pregunto, ¿valió la pena que
algunos medios valientes como el que dirige Carmen Aristegui, personalizaran e hicieran pública
las denuncias de la mujer indefensa, contribuyendo a empoderarla… esas denuncias que en un principio fueron
consideradas como difamatorias hacia el “pobrecito” magistrado?
La conclusión fue que la CNDH,
al investigar el caso, recomendó a las autoridades que le pidieran una disculpa
pública a la madre de los hijos del ex magistrado. Ella logró que se invirtieran
los papeles y que su esposo desistiera.
Hoy, ella goza de libertad y su
ex esposo quedó obligado a resarcirle el daño.