por Javier Oteka
CONACULTA, el Instituto Mexicano de Cinematografía, el Centro de Capacitación Cinematográfica y el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM, el 3 de marzo de 2011 coeditaron el Manual Básico de Producción Cinematográfica de Carlos Taibo, que reimprimieron el 19 de octubre del mismo año con un tiraje de 1,500 ejemplares. Las cuatro instituciones han tratado de posicionar este libro en la comunidad cinematográfica como una especie de biblia de la producción de cine profesional en México. Con él han pretendido actualizar a los productores y capacitar a las nuevas generaciones de profesionistas y estudiantes de cine. Pero es un manual plagado de errores, inconsistencias y obsolescencias.
Por ejemplo, en las páginas 121 y 122 se presenta el ejemplo de una película de largometraje que supuestamente logró una venta de 1 millón de boletos a $33.60 cada uno. El ejemplo pretende describir e ilustrar, en forma realista y gráfica, la estructura de distribución de los ingresos en taquilla de las películas mexicanas. Lejos de clarificar, el lector exigente queda tanto o más confundido que antes. Las cifras no cuadran en absoluto y con ello se pretende capacitar a los productores en su nuevo subempleo burocrático de carpetistas o carpeteros. La fallida aritmética que contiene este libro de texto no gratuito, es un síntoma de cómo se llevan las cuentas en las instituciones públicas del país.
Pero, lo más grave, es que podría sospecharse que más que un error, se trata de programar la obsolescencia de los conocimientos que con este libro adquieren los estudiantes; conocimientos, en gran medida, que de nada les van a servir, si es que consideramos que no sólo existen errores matemáticos, sino que las tecnologías y los procesos de producción que presenta el libro, están completamente rebasados.
Es vergonzoso que esto, al igual que los errores de ortografía descubiertos en los libros de texto publicados por la SEP, ocurra en instituciones pertenecientes al sector de educación y cultura.
A continuación presento un cuadro comparativo de lo que resulta si uno aplica al pie de la letra el ejercicio de las páginas 121 y 122 del manual de producción. Las cifras que resultan del ejercicio como de los números que contiene la gráfica no coinciden en absoluto.
Después de estudiar este manual, el productor jamás sabrá cuánto va a recuperar, si algún día lo logra, por la exhibición de sus películas. Ello debilita aún más al sector de producción y fortalece a los exhibidores y al sistema de apoyos a fondo perdido.
Me resisto a aceptar que esto es un simple error, porque durante varios años, el IMCINE y sus fondos, se negaron y siguen negándose a revelar lo que se invierte y se gasta en la producción de las películas mexicanas y, sobre todo, lo que se gana o se pierde.
Furibundo ante las solicitudes de información que le enviamos a través del IFAI, el IMCINE continúa escudándose con triquiñuelas leguleyas y respuestas confusas y opacas.
C. JORGE SÁNCHEZ SOSA
DIRECTOR GENERAL DE IMCINE:
Una de las peticiones que te hago, es que tanto Imcine como Foprocine, Fidecine y Eficine escriban en sus reglas de operación que, en virtud de que los apoyos provienen de recursos públicos, las carpetas y contabilidades de las películas deben ser transparentes y no confidenciales, de modo que no puedan ser clasificadas como reservadas.
Así que, si los sujetos de apoyo quieren obtener recursos públicos, pues tendrán que aceptar las nuevas reglas de la transparencia. Si no aceptan estas condiciones, les quedará el camino de autofinanciarse. Para hacer este cambio, no se necesita reformar la Ley Federal de Cinematografía ni su Reglamento; lo que único que requieres es demostrar voluntad política. Si no lo haces así, puedes dar a entender lo contrario; es decir, que por alguna razón estás interesado en que se mantengan en lo oscurito los negocios del cine apoyado por el Estado.
No temas, porque esto y el que las sesiones de los comités técnicos y de evaluación sean abiertas, sin duda traerá grandes beneficios para el desarrollo, la profesionalización y la democratización de nuestra industria.