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lunes, 6 de julio de 2015

¿GANAN O NO GANAN LAS PELÍCULAS MEXICANAS?

Y cómo es que lo ganan.

por Javier OTK

Es frecuente que en artículos periodísticos y publicaciones en las redes sociales, se identifique el término "ganar" con los ingresos en taquilla que obtienen las películas.

Uno podría leer, por ejemplo, que "El Crimen del Cácaro Gumaro" tuvo un presupuesto (costo de producción), aprobado por Fidecine, de casi $40,000,000 y que, posteriormente, tuvo ingresos en taquilla de $62,790,000. Haciendo la resta, podría inferirse que los productores ganaron $22,790,000. Pero estaría uno absolutamente equivocado.

El ingreso en taquilla [que suelen anunciarlo Canacine en su portal web, y las oficinas de Box Office como Rentrak], no pertenece totalmente al productor. Por el contrario, él es quien teóricamente gana menos y es el último en cobrar. Del 100% que ingresa en taquilla, lo primero que se paga es el IVA de 16%, enseguida los derechos que cobran las sociedades autorales que son poco más del 1.5%. De la diferencia, según la negociación que haya hecho con el distribuidor, el exhibidor se queda con un 50 a 60%. Enseguida, el distribuidor se cobra lo que gastó en publicidad y copias fotográficas o en derechos virtuales por copia digital (VPF). De la diferencia, el distribuidor se cobra el porcentaje de sus servicios acordado con el productor. Y por último, el productor viene quedándose con un 12% en promedio sobre el ingreso total en taquilla.

De modo que si el ingreso en las salas fue de 62.79 millones [como lo indica CNN basado en el Anuario Estadístico del Imcine], al productor sólo le quedaron 7.53 millones.

http://mexico.cnn.com/entretenimiento/2014/12/25/cine-mexicano-estas-fueron-las-10-peliculas-mas-taquilleras-del-2014






































Pero si el costo de producción de la película fue de 40 millones, al recibir 7.53 millones de taquilla, ¿ganó o no ganó el productor?

Desde un punto de vista teórico, obviamente no ganó; ni siquiera recuperó lo invertido en la producción. Pero...

Si la película se hizo con los apoyos y estímulos que graciosamente concedió el Estado, como es el caso de "El Crimen del Cácaro Gumaro" que recibió tanto de Fidecine como de Eficine la cantidad de 30 millones, resulta que la compañía productora, supuestamente, debió aportar los 10 millones restantes, tal como lo estipula el esquema financiero que le autorizó Fidecine.

Pero en la práctica, suele suceder que ciertos productores inflan sus presupuestos, gastan menos de lo que dijeron, piden a ciertos proveedores facturas arriba de los costos y se cobran a lo chino. En vez de gastar, por ejemplo, 40 millones en la producción, gastan 20 millones, con lo cual ya ganaron de antemano, sin importarles que ingrese o no dinero a la taquilla. En general, esta clase de productores suelen comportarse no como empresarios, sino como asalariados del Estado, en colusión con las autoridades que, a cambio de "mochadas" (sobornos), les otorgan los apoyos y estímulos.

Es así que, si a esa presunta e ilícita ganancia previa, se le añaden los 7.53 millones que le quedaron al productor en la taquilla, pues la "ganancia" resulta superior. [El productor está obligado por contrato a distribuir todas sus ganancias con sus coproductores, en este caso Fidecine].

Pero, si la distribuidora, en vez de reportar los ingresos reales le baja a las cifras e informa que los ingresos en taquilla no fueron 62.79 millones de pesos como aparece en el Box Office, sino que fueron de $1,641,717.00 USD; es decir, $21,342,321.00 MX, y que las comisiones y los gastos del distribuidor fueron superiores a esa cifra, entonces el productor puede justificar, con dicho reporte, el hecho de que no retorne ni un centavo al fideicomiso del Estado que invirtió en su película.

Insisto, así como suelen funcionar las prácticas, ¿ganan o no ganan los productores?

¡Por supuesto que ganan! En resumen, si a los 20 millones que presuntamente se ahorraron del presupuesto de producción, le agregan los 7.53 millones que le quedaron del raquítico ingreso en taquilla, estamos hablando de una supuesta ganancia para los productores de 27.53 millones. Eso sin contar el retorno del IVA que algunos han logrado recuperar de la hacienda pública.

¿Y esa ganancia que no viene específicamente de la taquilla, es lícita? Obviamente que no. A todas luces es un supuesto fraude que los productores pueden cometer debido a que presumiblemente se coluden con las autoridades que hacen hasta lo imposible por impedir que se transparenten las contabilidades de las películas.

Por otro lado, ¿podría considerarse un éxito comercial el de una película cuyo costo de producción fue de 40 millones, que sólo recupere 7.53 millones en taquilla; es decir, menos del 19% de lo supuestamente invertido?

¡Obviamente no! Luego entonces, ¿cómo es que la cámara industrial de la cinematografía, CANACINE, la nomina entre las que tuvieron la mejor campaña publicitaria? ¿Es posible que una película con la mejor campaña publicitaria logre tan bajos ingresos en taquilla?

Aquí se dividen las opiniones entre quienes afirman que sí es posible; es decir, que la campaña pudo ser la mejor, pero la película no dio el ancho y por tanto los ingresos en taquilla resultaron inferiores a las expectativas.

Yo me adhiero al segundo grupo de opinión. El objetivo de cualquier campaña publicitaria no es ganarse un Clío o un León en Cannes, sino impulsar efectivamente las ventas del producto anunciado. Si el objetivo no es alcanzado, simple y sencillamente, no puede decirse que la campaña es merecedora de reconocimientos mercadológicos.

¿Entonces, con esos antecedentes tan dudosos, cómo es que Canacine nomina la campaña del Cácaro Gumaro como posible ganadora del premio de esta categoría?

Es simple, se trata de intereses. Tanto Fox, la distribuidora, como Alameda Films, la productora, son de los pocos miembros activos de Canacine. Algún beneficio deben obtener por las cuotas que pagan. Y con tan pocos asociados (78 en total, incluyendo las 15 casas productoras de largometrajes), Canacine no tiene la legitimidad para presumir que los premios que entrega son en representacion de la "industria mexicana".


¡Cuánta corrupción!

No obstante, gracias a la nueva Ley General de Transparencia y al Sistema Anticorrupción que considera sujetos obligados a la transparencia a todos los que manejan recursos públicos, incluyendo a las personas físicas y morales de los productores y distribuidores, es previsible que esta situación tenga que cambiar, siempre y cuando los ciudadanos exijamos la rendición de cuentas y nos armemos de valor para denunciar.

Si los ciudadanos asumimos nuestro rol y participamos, es probable que el estado de las cosas en nuestra industria comience a cambiar en beneficio del bien común y no el de unos cuantos que llevan años aprovechándose.