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domingo, 26 de marzo de 2017

EL JOVEN EMPRESARIO QUE REVOLUCIONÓ LA ECONOMÍA MUNDIAL EN EL 2018.

por Javier Oteka

Cuando Gabriel, el joven próximo a egresar de la carrera de economía, se percató de que el capital más grande del mundo no estaba en manos de los multimillonarios que suelen figurar en los diarios y revistas como Forbes, Expansión y New York Times, decidió diseñar una estrategia para empoderar a sus dueños.

El reto era fenomenal pues no se trataba de 100, ni de 1,000, ni siquiera de 1,000,000 de individuos, sino de millones distribuidos en todo el planeta. Pero tenía la convicción de que debía comunicárselos y así iniciar la mayor revolución jamás antes vista de la economía global.

Concebía el fortalecimiento de la globalización, pero mediante la abolición del neoliberalismo. También estaba seguro de que su estrategia no comulgaba del todo con las ideas de Marx ni las de Lenin que dieron su origen y fuerza inicial al comunismo.

No, Gabriel imaginaba un modelo distinto, no casado en forma absoluta ni con el comunismo, ni con el capitalismo. A éste le reprochaba el endiosamiento del individualismo y de la competencia como motor exacerbado para mover la economía, y a aquel, el concepto de la lucha de clases y de la oposición entre capital y trabajo.

Para Gabriel, el trabajo era lo que debía reconocerse como el mayor de los capitales. Y sus dueños, los poseedores de la capacidad de trabajo, ya sea físico como intelectual, eran millones repartidos por todo el mundo. Si lograba hacerlos conscientes de ello y, sobre todo, si lograba unirlos en el propósito de lograr todos juntos el bien común, habría dado el primer gran paso.

Pero, ¿cómo concientizar y motivar a tanta gente para trabajar juntos en un proyecto común tan benéfico?

Recordó algunas propuestas de idealistas que habían opinado que, para iniciar una revolución moderna, la solución era tomar las instalaciones de los grandes medios de comunicación y, desde ahí, desarrollar la campaña. Enseguida, Gabriel imaginó brigadas enteras de los ejércitos y las policías que ipso facto sometían a esos activistas.

El mundo había dado un giro impresionante en el último lustro; las televisoras abiertas y las grandes cadenas radiofónicas habían visto a sus audiencias desplomarse, en tanto que la Internet se había ampliado y fortalecido a pasos enormes y veloces.

A su mente llegó la imagen de una explosión nuclear y, como si estuviera viendo en su mente la animación de su funcionamiento, admiró cómo a partir de un núcleo tan pequeño que se fisiona, se genera una reacción en cadena tan grande y poderosa. 


Ahí estaba la clave de su estrategia. El reto era diseñar un mensaje muy poderoso y viralizarlo en Internet. ¡Con eso iniciaría su revolución!

sábado, 25 de febrero de 2017

ADEMÁS DE MALINCHISTAS Y VALEMADRISTAS, IGNORANTES.

por Javier Oteka

Para preocuparse es que un amplio sector de los jóvenes mexicanos, por supina ignorancia, o acaso ingenuidad, defienda que en México se vea tanto cine gringo que invade en casi el 90% el tiempo de nuestras pantallas.

El primero de sus argumentos es que el cine nacional es muy malo; el segundo, que están a favor de la calidad sin importar de donde proceda, ya sea de Estados Unidos o de Timbuctú; y el tercer argumento es que el arte no debe tener fronteras, que por ningún motivo debe boicotearse el cine estadounidense.

En los tres puntos tienen razón. Sin embargo, en su análisis no consideran el hecho de que el cine no sólo es arte, sino industria y como tal ejerce una influencia y un poder fenomenales.

Es esta dimensión económica la que no terminan de entender. No logran captar que se trata de una guerra económica para invadir e imponer su ideología al mundo, al costo que sea, sobornando gobiernos y maiceando aliados locales que, como mercenarios, se suman a sus filas.

Los jóvenes no han analizado a fondo las tácticas que en esta guerra utilizan las 'majors' estadounidenses. Sin moral ni respeto, imponen su cine no sólo con la utilización de apabullantes recursos económicos, sino mediante prácticas monopólicas ilegales.

Por ejemplo, utilizan el dumping que es una práctica comercial que consiste en vender un producto por debajo de su precio normal, o incluso por debajo de su costo de producción, con el fin inmediato de ir eliminando las empresas competidoras y apoderarse finalmente del mercado. Esto se advierte al comparar el precio promedio del boleto en México que oscila entre 2 y 3 dólares, en tanto que en Estados Unidos está a casi 9 dólares.

Sin entrar en una enumeración exhaustiva de las malas prácticas de esa industria invasora y de los efectos perniciosos que produce, el hecho es que lo que están provocando es que nuestra industria de producción cinematográfica no pueda desarrollar su pleno potencial.

En su mayoría las buenas películas mexicanas —porque no todas son malas—, no encuentran cabida en las salas comerciales, ya sea porque las relegan las distribuidoras y los exhibidores, o porque el gobierno no apoya la promoción de las películas en cuya producción invierte millonarios recursos públicos. Su estrategia mercenaria es no privar a Estados Unidos de nuestro mercado nacional.

Boicotear al exceso de cine gringo es una opción por ningún motivo de tinte comunista o socialista, sino totalmente democrática, legítima y no violenta, de sentido común, que debió haberse aplicado desde hace muchos años en México.

Hoy, con el amenazante advenimiento de la era Trump, se abre una oportunidad única para que México actúe en defensa de lo que le corresponde.

En muchos sectores de la economía ya han surgido boicots contra la compra en México de productos estadounidenses. Incluso, en la frontera muchos mexicanos con lúcido y ejemplar patriotismo, que no patrioterismo, han dejado de ir a comprar al otro lado.

Pero en el cine no ha ocurrido lo mismo.

Si el cine mexicano, en gran medida, todavía no tiene la calidad que exige el público, cuando éste piensa en ir a las salas, si no hay en cartelera una mexicana aceptable, ¿por qué en vez de ir a pagar por una gringa chafa, no gasta su dinero en otro medio de entretenimiento? Puede ir al teatro, a un evento cultural, a leer un libro, a conversar y a tomar algo con la familia o los amigos, etc., etc.

El ideal de un mundo sin fronteras es justo eso, un ideal, muy bello por cierto. Pero mientras eso no es posible en la realidad, no nos queda otra más que defender nuestro territorio, nuestra cultura, nuestros valores, nuestro trabajo, haciendo respetar nuestros derechos.

Si hoy Trump nos pone un muro y nuevos impuestos comerciales, no podemos quedarnos de brazos cruzados. En cuanto al cine se refiere, debemos presionar y dejar de pagar por ver sus películas en nuestras salas; por lo menos reducir nuestro consumo al mínimo posible.

El efecto positivo que eso producirá, será que tanto las majors como los exhibidores apoyen nuestra industria y se generen más y mejores fuentes de trabajo en nuestro país. Asimismo, ello permitirá que se exhiban comercialmente más películas de otros países del mundo.


¡DIGAMOS NO AL EXCESO DE CINE GRINGO!


jueves, 26 de enero de 2017

EL TEMOR A PRODUCIR UN HUECO EN LAS SALAS DE CINE EN MÉXICO.

por Javier Oteka

Algunos dicen no entrarle al Boicot Contra el Exceso de Cine Gringo (http://boicotalcinegringo.blogspot.mx), porque no creen que haya suficiente cine mexicano para llenar el hueco.

Estoy convencido de que, aunque ese supuesto fuera verdad, en las circunstancias actuales es preferible que, durante un tiempo, se produzca ese supuesto hueco con tal de que el boicot logre presionar a los exhibidores mexicanos a que busquen alternativas para llenarlo.

Tendrían dos vías para hacerlo: con cine mexicano y con cine de otros países del mundo que, actualmente, casi no se exhibe salvo en la Cineteca y en algunos cineclubes.

En cuanto a la calidad actual del cine mexicano que mucha gente rechaza, en considerable medida, podría irse mejorando al abrirse esta oportunidad de "llenar el hueco" dejado por el boicot al exceso de películas gringas.

Y al verse presionados, los exhibidores tendrían que invertir en la producción de cine mexicano para ocupar el tiempo de sus pantallas, en vez de sacar sus capitales del país para abrirle más salas al cine gringo en el mundo. Eso lo tendrían que posponer para dar prioridad a "llenar el hueco" en las pantallas mexicanas.

Todo círculo vicioso, para romperse, hay que hacerlo desde algún punto. En el caso de nuestro cine en las circunstancias actuales, conviene que se rompa mediante el boicot al exceso de cine gringo. Las siguientes etapas se irán ordenando consecutivamente hasta equilibrar las condiciones para el desarrollo de nuestra industria.

Cuando los que se oponen al boicot dan sus razones, la motivación que destaca es de índole individualista y hedónica (de autoplacer en exceso). No están dispuestos a renunciar, ni siquiera temporalmente al placer que experimentan con las gringadas, para lo cual han sido condicionados a lo largo del tiempo. No consideran que es altamente urgente y positivo que se haga un sacrificio por el bien de nuestra industria nacional; no sólo en materia de cine, sino en tantos otros productos y servicios que nos mantienen dependientes a la economía estadounidense en perjuicio de la nuestra.

Tengo que insistir que el boicot no pretende eliminar al 100% el cine estadounidense. Por ejemplo, en Francia sólo participa con un 54%, en España con 36%, en Japón con 35%, en China y en la India con el 10%. Es intolerable que, por no producir un hueco temporal, se siga apoyando a un cine que ocupa el 90% del tiempo de nuestras pantallas.

No sólo el TLC le ofrece ventajas al cine estadounidense en México, sino que nuestra propia Ley Federal de Cinematografía promulgada en tiempos de Salinas de Gortari, rebajó al 10% el tiempo de pantalla que como mínimo deben destinar los exhibidores al cine mexicano. ¡Urge reformar esta ley y demás reglas!

Creo que, en el caso de los que se oponen al boicot, sería muy admirable que antepongan a su autosatisfacción, el sacrificio temporal de abstenerse de asistir al cine a ver películas estadounidenses. Por lo menos que bajen a la mitad su compra de esos boletos.

Hoy más que nunca, a México le urge que los individuos pospongan sus gustos en orden a dar prioridad al logro del bien común.

¡SOLIDARIDAD, MEXICANOS!




CINÉPOLIS Y CINEMEX SERÁN JUZGADOS POR TRAICIÓN A LA PATRIA SI NO LE PONEN FRENO AL EXCESO DE CINE ESTADOUNIDENSE.