Por Javier OTK
Muchos de quienes están en contra de la legalización de las drogas prohibidas en México, entre ellos el Presidente Felipe Calderón, argumentan como él que, de llevarla a cabo, “se pondría en riesgo a varias generaciones de jóvenes y adolescentes”.
Pero ese riesgo ya dejó de serlo al convertirse en un hecho consumado que va en aumento, nos ha desbordado y está aniquilando a los mexicanos, tanto a los consumidores de drogas (5%), como al resto de la población (95%), poniéndonos a merced de las mafias y en medio de un peligroso fuego cruzado entre el narco y las fuerzas armadas.
Al legalizarse las drogas, no aumentaría el consumo que ya existe, pues hoy la droga está al alcance de quien quiere drogarse. El problema hay que abordarlo no sólo como un tema de salud, como dicen los jerarcas de la Iglesia Católica que se han manifestado en contra de la legalización, sino sobre todo, en las condiciones que hoy prevalecen, enfrentarlo como un problema de seguridad.
(Quizá recordando las conversaciones secretas del exnuncio apostólico Girolamo Prigione con el capo Benjamín Arellano Félix, o la lección de "El Crimen del Padre Amaro", el presidente Calderón acaba de pedir a los jerarcas de la Iglesia Católica que denuncien a los narcotraficantes).
Lo que se buscaría con la legalización, sería ganarle una batalla decisiva a las mafias que hoy controlan ese mercado negro que cuenta con la complicidad de importantes sectores del gobierno, de la sociedad y de intereses extranjeros… batalla que jamás podrá ganarse sólo mediante la costosísima estrategia actual de militarización, pues el gobierno ha demostrado su incapacidad al perder, en los hechos, el monopolio de la violencia.
Asimismo, dicha estrategia ha despertado sospechas en un considerable sector de la población que opina que las autoridades, al más alto nivel, en vez de querer disminuir o acabar con el problema, sólo lo están exacerbando para lograr mayor participación y control de ese exorbitante negocio y, además, mediante el despliegue indiscriminado de las fuerzas armadas, mantener aterrorizado y sometido al pueblo.
En síntesis, ¿qué hacer?
1.- Un monopolio Estatal, que por ley esté impedido a privatizarse, administrado por un organismo mixto, de interés público y con participación ciudadana, sin fines de lucro y plena transparencia, cuya finalidad sea impedir que la producción y comercialización de droga siga siendo un negocio atractivo e ilícito, generador de un mercado negro que confiere poder ilimitado a los traficantes organizados al margen de la Ley y pone en peligro la salud, la paz, la democracia y la soberanía del país.
2.- Organismo que tendría que producir y distribuir, amplia, suficiente y accesiblemente las drogas en todas las farmacias del país, obligándolas por ley a dicho abasto, y por supuesto sin poderlas mercadear, ni publicitar, asegurando su calidad y su precio controlado, de modo que ninguna organización al margen de la Ley pueda competir con mejores ofertas y precios más bajos.
3.- Con un amplio y altamente eficaz programa de salud, preventivo y curativo, con campañas de información para sensibilizar y conscientizar a los diferentes segmentos de la población, y fomentando un pacto con los padres de familia y la sociedad en general para educar y desestimular el consumo, pacto que vaya más allá en el sentido de revitalizar a las familias y sus valores.
Aquí se aplica el principio de subsidiariedad: “Tanta Sociedad como sea posible y tanto Estado como sea necesario”. Que sean los padres de familia quienes cuiden a sus hijos, hasta donde sea posible, sin que el Estado asuma un proteccionismo que rebase los límites; pero, eso sí, un Estado que brinde la seguridad que la sociedad necesita y, por tanto, desestimule las actividades que potencian la inseguridad y capitalizan a quienes agreden a la sociedad.
¿Qué hacer con los menores de edad?
4.- Hoy, los menores que se drogan, superan casi cualquier barrera con tal de hacerlo. Pero lo peor es que compran drogas sin control de calidad que ponen en peligro no sólo su salud sino su vida. ¿Qué hacer con ellos? Algo similar a lo que se hace con la venta de alcohol, de tabaco y, muy pronto, presumiblemente, lo que se haga con la adictiva comida chatarra. Pero, además, aplicando lo que mencioné respecto a intensivas campañas y programas educativos.
El periodista Ricardo Rocha, en su programa enfocado a la obesidad infantil en México, preguntó al Dr. Rafael Álvarez Cordero, cirujano experto en problemas de obesidad, cómo es posible que un niño pueda llegar a engordar hasta 150 kilos. La respuesta fue que, además de los factores hereditarios y los hábitos en las casas, la comida chatarra es uno de los principales factores. Aseguró, también, que la comida chatarra es una droga que crea adicción y, si los niños y jóvenes la consumen es, simplemente, porque está ahí, a la disposición.
No creo que la consuman sólo porque esté ahí, disponible, porque también están ahí otros alimentos sanos y nutritivos que no se consumen tanto. El factor de la mercadotecnia y la publicidad, definitivamente, es lo que más exacerba el consumo. Por ejemplo, cuando Bimbo decidió retirar su publicidad en televisión, sufrió una estrepitosa caída en sus ventas, con lo cual no tuvo más remedio que regresar a Televisa.
Por ello, al legalizar las drogas, se deberá prohibir que sean publicitadas y mercadeadas como se hace con otros productos de consumo, pues de lo contrario, como resulta obvio, el beneficio de los narcos se estaría trasladando a los medios de comunicación.
¿Qué hacer con la oferta a los Estados Unidos de Norteamérica?
5.- Al quedar resuelto el factor de la oferta en el mercado nacional, no obstante subsistiría el problema del tráfico hacia el gran mercado ilícito de los Estados Unidos. Mientras ese país no lo legalice, seguirá atrayendo traficantes del exterior.
Una forma de disminuir a los narcos el volumen de su negocio de exportación desde México, y de presionar a los Estados Unidos a que emprenda la legalización, sería mediante la instalación de tiendas de drogas “duty free”, al menudeo y al mayoreo, en puertos y puntos estratégicos de la frontera (a semejanza de lo que EEUU hace con sus establecimientos de armas), a fin de que los compradores de aquel país tengan la opción de venir a surtirse a precios más económicos que los ofrecidos allá por las mafias que atraviesan o parten desde México.
¿Qué hacer contra las demás actividades de la delincuencia organizada?
“El presidente Felipe Calderón calificó de inaceptable parar la lucha contra el crimen con tal de que no haya violencia”. […] “¿Verdaderamente me están diciendo 'presidente no te metas con los criminales y deja que los criminales se lleven por delante a los mexicanos? Para mí es una opción inaceptable, simple y sencillamente".
Desde luego que habrá que seguir enfrentando a la delincuencia con todo el poder del Estado. Parar la lucha, de ningún modo, es lo que se le está pidiendo al presidente, sino algo a mayor profundidad, porque si las mafias siguen teniendo el acceso al dinero fácil del tráfico de drogas, la violencia no tendrá fin. Por cada narco y cada capo que se mata o se encarcela, surgen dos, tres o muchos más.
De modo que la legalización de las drogas tendría que ser una medida paralela a la lucha contra la delincuencia, al desmantelamiento de sus estructuras financieras y, sobre todo, al cambio del modelo político, social y económico por otro que ofrezca opciones de mayor justicia para todos.
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NEGOCIO DUAL
COMO EL AZÚCAR Y LA SAL
por Javier OTK
El presidente Felipe Calderón se empeña en mantenerse contra la legalización de las drogas prohibidas. Quizá encontró que, a semejanza del negocio de las papas fritas y los refrescos, que se retroalimentan, el negocio de las drogas prohibidas crea sinergias mutuas con el negocio de su combate militarizado. Drogas y armas, drogas y prohibición: un exorbitante negocio dual.
Recuerdo, cuando era niño, lo que me reveló quien me arreglaba las ponchaduras de mi bicicleta. Se salía en las noches a tirar clavitos por todas las calles de la colonia. Había aprendido cómo crear demanda artificial para su negocio... En el caso de las drogas, las bicicletas son los consumidores y los clavitos son la prohibición. Entre más les ponches las llantas, más tendrán que parcharlas y volverlas a inflar.
Lo mismo que si saturas con sal los paladares de los niños, no tendrán más remedio que aliviarse con refrescos dulces, y después quitarse lo dulce con algo salado... Un negocio dual, de adicción, que se retroalimenta hasta el infinito… Y si no, pregúntenle a los aliados estratégicos de Coca Cola y Bimbo-Barcel, y sus competidores de Pepsi-Sabritas.
10-ago-2010
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POR UN ANTI-NEGOCIO DE LAS DROGAS
por Javier OTK
Para algunos, la legalización de las drogas equivale a una regulación por parte del Estado para que empresas privadas se encarguen de producirlas, distribuirlas y venderlas.
De ninguna manera es esto lo que recomiendo, pues la lógica del mercado implica que las empresas pujen por su crecimiento y por las utilidades, y el Estado, por incrementar la tributación.
La legalización que propongo, debe entenderse como un servicio del Estado a la Sociedad, autofinanciable pero sin fines de lucro. Se trata de un anti-negocio, de una lógica inversa que a ninguna empresa privada podría convenir, y con el fin de contrarrestar y contribuir a la aniquilación económica de las mafias y su poder que pone en peligro la paz, la soberanía y la democracia en México, anti-negocio que apunte a una gradual disminución de la dependencia a estas sustancias que ponen en peligro la salud.
17-ago-2010