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domingo, 17 de junio de 2012

EL FRIJOL Y EL CINE


En el día del padre, al mío,
que nos tomaba películas y 
que comía sus frijolitos con azúcar.
Javier OTK

En su libro “La mafia que se adueñó de México… y el 2012” (p. 122), Andrés Manuel López Obrador señala que mientras el campesino malvende el kilo de frijol a 4 pesos, los intermediarios y comerciantes lo revenden al consumidor a 20 pesos. Lo que le queda al campesino, según esos precios, es el 20%.

Sin duda, la economía de mercado en México ha caído en la trampa de la mal entendida globalización; se prefiere comprar en el extranjero que desarrollar la producción nacional, sacrificando al productor e inclinándose a favor del intermediario y del comercializador.

En México, los productores de cine padecen de algo similar. De cada peso que entra a las taquillas, si bien les va, reciben 12 centavos; o sea, el 12%.

Y para agravar el desequilibrio de la industria cinematográfica, el productor que es el primero en invertir, es el último en recuperar. Los exhibidores son quienes se llevan más de 50 centavos por cada peso y aprovechan el tráfico que hacia sus salas le generan las películas, en las que nada invierten, pero que además le producen el enorme beneficio de la venta de alimentos y golosinas que en nada beneficia al productor quien, con sus películas, atrae la clientela hacia las salas.

Y para colmo, al igual que en México las importaciones de frijol y de otros productos del campo van en aumento, las películas extranjeras y principalmente las norteamericanas que compran y comercializan los distribuidores y exhibidores del país, ocupan el 90 por ciento de las pantallas.

Pero mientras las autoridades, las leyes, el Tratado de Libre Comercio y el dupolio de Cinépolis y Cinemex sigan entregando el país al Imperio, y la tendencia malinchista del consumidor sea su creciente preferencia por la comida chatarra, Hollywood y el hot dog; el frijol y el cine nacionales seguirán llorando juntos su pena.



Paliativos habrán de mitigarla: Oportunidades para que los campesinos "vivan mejor"; y Arieles, Mayahueles y diplomas festivaleros para que los cineastas sigan medio inflando las panzas de sus egos.


En tanto que el Chapo ha logrado mantenerse, por lo menos durante este sexenio, como "agricultor de frijol", a mí, por lo pronto, ya se me están agotando las lágrimas... los sueños... y los frijoles.