Javier OTK
A las 6 de la tarde de este
domingo 1º de julio, el grupo de empresas encuestadoras favorecidas por los
partidos políticos y los principales medios, en su mayoría, coincidían en darle
una ventaja de 9 puntos a Peña Nieto sobre López Obrador, y reconocían que Vázquez
Mota quedaba en tercer lugar.
A las 11:15 pm, media hora antes del horario prometido, aprovechando que López Obrador apenas se dirigía a su cuartel frente a la Alameda, el
presidente del IFE anunciaba en cadena nacional que la diferencia entre Peña
Nieto y López Obrador era de 7 puntos. Acto seguido, el presidente Calderón reconocía el supuesto e impuesto triunfo de Peña Nieto.
Si entre el grupo de
encuestas de salida, con muestras de 1,000 a 1,500 entrevistas, y el
conteo rápido del IFE, con una muestra de 7,500 casillas, se dio una diferencia
de 2 puntos; es decir, de más del 20%, cuando supuestamente el margen de error
no debía exceder al 2.5%, imagínense qué diferencia podría resultar entre esa muestra
de 7,500 casillas y el conteo completo de las 143 mil.
Sólo hay dos escenarios posibles:
o bien que las cifras definitivas resulten muy cercanas o, por el contrario, que las
cifras terminen siendo significativamente distintas. Ello depende de qué tan confiable haya sido el
diseño y la selección de esa muestra.
Por eso, como en estas circunstancias no se puede tener confianza ciega en ese proceso, Andrés Manuel ha optado por actuar con sabiduría, pidiendo calma y no tomando una postura
sino hasta el miércoles cuando se habrá contabilizado el total de las casillas.
Nadie puede usurpar la
presidencia si no cuenta con la respectiva acta oficial de mayoría. Que no nos
confundan Televisa, TV Azteca, los demás medios, partidos y candidatos que se
han declarado perdedores para presionar al candidato de la izquierda y así consolidar la imposición de Peña Nieto.
Voto por que se mantenga la
paz y la prudencia. Esperemos el resultado del próximo miércoles.