Javier OTK
Con más del 95% de las actas
de casillas computadas, la diferencia entre Peña Nieto y López Obrador es de 6
puntos. Aunque hay un punto de diferencia respecto al conteo rápido de las
7,500 actas de casillas, debo reconocer que el resultado aritmético de la
votación favorece a Enrique Peña Nieto.
Es inútil desconocer esa realidad.
Por más que se busque y se recuente, ya no se reducirá mucho esa diferencia de
más de tres millones de votos. Tenemos que aceptar ese aspecto de la realidad.
Sin embargo, debemos advertir
también que esa diferencia es producto de factores ilegales y antidemocráticos.
La imposición que pretende
consumarse, obedece a la compra de votos y, sobre todo, a la manipulación de las
conductas por parte de los medios electrónicos que, invirtiendo en su propio candidato, llegan a un segmento de la
población que, secuestrado por la necesidad y la ignorancia forzadas, no halla
la forma de librarse.
En términos estadísticos, Peña
Nieto está a punto de obtener el poder con 18.5 millones de votos, lo cual representa
el 16.5% de la población total de México.
Esa minoría puede convertirse
en mayoría decisoria, sólo si la mayoría real e indecisa, permanece pusilánime. Éste es
el momento de pagar el costo que exige la democracia. ¿Estaremos preparados y dispuestos los
mexicanos a pagarlo?