por Javier OTK
|
Crestomatía de ALEJANDRO RAMÍREZ, dueño y director general de CINÉPOLIS. |
¡Ya es el colmo con estos vecinos
del norte y sus incondicionales que les manejan sus negocios en México! Ahora,
lo que pretenden es que los productores de cine mexicano, que son los primeros
en invertir, los últimos en cobrar y los únicos que pierden, sean quienes
paguen en México un nuevo impuesto que, en todo caso, deberían absorber los magnates
dueños de las salas cinematográficas. Fíjese usted, tan sólo CINÉPOLIS y
CINEMEX dominan el 90% del mercado.
La Cámara Nacional de la
Industria Cinematográfica CANACINE, controlada por Alejandro Ramírez, dueño de
Cinépolis, publica frecuentemente un índice de productividad que se refiere al
total de asistentes que ingresan a las salas cinematográficas, por cada copia
distribuida.
¿Cuáles son los factores que
influyen y determinan que una película tenga un mayor o menor índice de
productividad?
·
SATISFACCIÓN CUALITATIVA Y CUANTITATIVA:
El
grado de satisfacción que la calidad de la película logre en los públicos. Y la
cantidad de personas, por cada segmento del público, que logre atraer la
película.
·
La inversión y efectividad de sus campañas publicitaria, promocional y de relaciones públicas.
·
La velocidad con que se produzca la respuesta del
público para acudir a las salas; es decir, que entre menos tiempo tarde el
público en acudir, habrá menos desperdicio por cada exhibición de la copia y,
por tanto, más alto será el índice de productividad. Y la velocidad con que reaccione el exhibidor para retirar la película de las salas antes de que la película descienda del tope mínimo.
·
La capacidad de la película para mantener creciente
y estable el flujo de público.
·
La adecuación del target de la película con el
target que frecuenta cada sala de cine.
Ahora bien,
¿qué sucederá cuando próximamente la digitalización haya alcanzado a la mayoría
de las salas, cuando ya no circulen copias de cine en 35 mm? Pues, simplemente, ocurrirá que
el índice de productividad ya no se referirá a una relación de asistentes por
copia, sino de asistentes por exhibición.
¿Y qué
implicación tendrá dicha diferencia conceptual en los costos y beneficios para
cada uno de los tres sectores de la industria; el de producción, de
distribución y de exhibición?
Hablando en
términos de equidad, el sector que más debería beneficiarse es el que menos
gana y más tarda en recuperar su inversión: el sector de producción. ¿Por qué?
·
Hoy, si bien el distribuidor en principio paga al
laboratorio las copias en 35
mm, enseguida les aplica una utilidad y el total se lo carga
a la cuenta del productor. Con la digitalización, se eliminará el alto costo de
las copias.
·
Ya no habrá necesidad de distribuir físicamente las
pesadas latas con las películas al total de las salas, porque bastará un click
para enviar los archivos por banda ancha o por satélite directo a cada sala.
·
Tampoco las distribuidoras tendrán que llevar los
carteles a las salas, porque estos se proyectarán en pantallas pequeñas,
grandes y espectaculares, digitales e interactivas de leds que, a manera de
sitios web, interaccionarán con el público, dentro y fuera de los lobbies de
las salas, llegando incluso a otros sitios por donde se desplace el público en
su vida cotidiana. Etc.
Uno de los
grandes problemas que hoy enfrenta el sector de producción en México, es que
los exhibidores no están dispuestos a cubrir por sí solos, la inversión en los nuevos proyectores digitales. También, los
distribuidores parecen no querer disminuir sus ganancias a pesar de que sus
costos disminuyan. Lo que pretenden es transferirle al productor el total o gran parte de estas
inversiones, transformadas en supuestos costos que, en estricta lógica, les corresponden sólo a los exhibidores. Se trata nada
menos que de sus propios activos, al igual que el resto de sus muebles e
inmuebles.
La estrategia
de los exhibidores, principalmente de Cinépolis, Cinemex y Cinemark, y de las majors estadounidenses, consiste en hacerle creer a
la opinión pública que, a nivel mundial, se ha “decretado” aplicar al sector de
producción un impuesto denominado VPF (virtual print fee) que
consiste en el pago de una cuota, similar al costo de cada copia en 35 mm, por cada copia digital
que se exhiba en las salas. Y esto, con el inequitativo propósito de beneficiar a los exhibidores para que
paguen el costo de sus propios proyectores. ¡Qué hollywoodesca ocurrencia,
hágame el chingado favor!
Los
productores, con el apoyo de las autoridades del ejecutivo y el legislativo, y
con el apoyo del público y de los medios de comunicación, deben exigir que los
exhibidores, a cambio, les den acciones de sus empresas para que así, las
ganancias se compartan proporcionalmente. De esta manera, los productores
también lograrían dividendos por la venta de palomitas, refrescos, dulces y
demás snaks.
De lo
contrario, en caso de que los exhibidores y las majors se nieguen a este lógico
y justo reparto, pues entonces la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, y
el Congreso, deben oponerse rotundamente a que desde el exterior pretenda
imponerse un nuevo impuesto en nuestro país.
¡Chingar-Chingar o Ganar-Ganar!