por Javier OTK
El ex-presidente Fox, aquel que tuvo la osadía de mochar el escudo nacional, ya se ha pronunciado a favor de la legalización de las drogas y, el día de hoy —después de advertir que el PRI regresará a los Pinos, según muestran “los dados y los datos” (refiriéndose por “dados” a la negociación que, sin la onerosa e innecesaria intermediación del "Jefe" Diego, hizo con Salinas y Calderón el día del Grito en Palacio Nacional)—, Fox se lanza por la privatización del proceso de producción, distribución y comercialización de las drogas, que podrían llevar a cabo empresas (obviamente de sus socios de la coca), bajo el "control" del gobierno y el Estado.
En mis artículos del 4, 10 y 17 de agosto de 2010 expliqué el porqué, en este caso de principalísimo interés público, no conviene a México que se privatice, sino que al legalizarse, quien opere todo el proceso y la logística de la producción y el tráfico de la droga, sea un monopolio del Estado que, administrado como un "anti-negocio" autofinanciable, gradualmente vaya disminuyendo la demanda y la oferta en el mercado, y sea vigilado con plena transparencia por la ciudadanía.Privatizar al modo de Fox, sería otorgarle legitimidad a los antiguos y nuevos capos, impulsar la frenética expansión del mercado, de los "changarros" y de las fáciles fortunas de un oligopolio privado en contubernio con los gobiernos en turno, así como provocar que en la vida real, más acá de lo que simboliza nuestro escudo nacional, el águila termine siendo devorada por la serpiente drogadicta.
