por Oteka
(Este artículo también fue publicado en nuestra
revista Paradoja de abril de 1973.
Las viñetas corresponden al pintor Arturo Bell).
Uno de los grandes problemas del Cine es precisamente el costo de las películas que, debido a la utilización de sistemas carentes de un evolucionismo total, son realizadas con materiales inadecuados y procesos costosos.
Es por ello que el Cine, al igual que todas las ciencias y oficios, cuenta con varios investigadores que analizan, comparan y finalmente hacen descubrimientos sorprendentes y a veces insólitos. Un genial investigador norteamericano que radica en México, asegura que ciertos sistemas harán, dentro de muy poco tiempo, una revolución en el medio cinematográfico.
Este descubridor hizo una recopilación de 900 tonos de gris que existen entre el negro y el blanco, los cuales fueron ordenados posteriormente de acuerdo al número de vibraciones que emiten con relación a la luz, siendo el número 1 el negro y el 900 el blanco, pasando por todos los grises, obscuros y claros, respectivamente.
Lo mismo hizo con los colores que existen también entre el negro y el blanco, recorriendo desde los grises y azules obscuros hasta los tenues amarillos y después el blanco. Descubrió la correspondencia tan estrecha que había entre cada uno de los grises con su color respectivo. Pensó en la posibilidad de convertir una película blanco y negro en una a colores. ¿Y por qué no? Si una película en blanco y negro se originaba de una realidad a color, por medio de la incidencia de varios rayos de luz, diferentes en intensidad, sobre una película, por qué no podría ser utilizada ésta como una memoria de intensidades o vibraciones que nos diera como resultado una película a color, en la que correspondieran las vibraciones de cada gris con su color respectivo.
Enfrentándose a muchos problemas de tipo técnico principalmente, logró construir un aparato que permitiera al hombre efectuar este viraje. Está formado por una computadora que contiene registrados todos los tonos, y al paso de la película blanco y negro por un proyector, incorporado a la computadora, ésta hace reaccionar a unos dispositivos (cada uno correspondiente a un tono de gris) los cuales hacen el cambio a un dispositivo registrador del color respectivo. Aclaremos antes que una película está formada por cuadros fotográficos fijos y transparentes, llamados fotogramas, 24 de los cuales hacen, durante la proyección, un segundo en movimiento.
Un fotograma de 35 milímetros que se convierte de blanco y negro a colores, es necesario fraccionarlo [reticularlo] por lo menos en micras cuadradas [pixeles], pues obviamente no todo el fotograma presenta el mismo tono de gris. A través de cada micra cuadrada [pixel] pasan varios rayos de luz (emitidos por el proyector) que por medio de la computadora se convierten en sus correspondientes a color. Una cámara [truca] que apunta hacia el lente del proyector, filma los rayos ya colorizados en la micra del fotograma de la película a color correspondiente a la micra del fotograma en blanco y negro. Esto se realiza [debido al barrido de un rayo láser] casi simultáneamente en todo el fotograma por la rapidez del funcionamiento de la maquinaria que lleva a cabo esta operación en menos de unos instantes.
[Esta compleja explicación me hubiese sido más fácil si entonces hubiese sido accesible el conocimiento de lo que hoy es el proceso de escaneo].
Este mismo sistema puede ser utilizado para virar las fotografías blanco y negro a colores, teniendo la fantástica utilidad de poder apreciar las fotos antiguas en sus colores naturales. Mientras esto llega a nuestras manos, contentémonos con admirar la inmensa capacidad cefálica del hombre, que gracias a ella y a un poder sobrenatural que la guía, nos defendemos continuamente en la agradable lucha por la supervivencia.