por Javier OTK
Escribí el siguiente artículo para su difusión en reducidos círculos privados, el 9 de julio del 2000, recién electo el presidente Vicente Fox quien tomaría protesta el 1 de diciembre de ese año. Y aunque ha pasado más de una década, el contenido de este artículo, que entonces tuve que hacerlo algo críptico, en el presente adquiere mayor verosimilitud y actualidad que entonces, ya que todo indica que Calderón y sus huestes, entre ellas el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios y el Consejo Coordinador Empresarial, están organizando algo semejante y hoy, espero, estos argumentos no parecerán los de un deschavetado, o los de un autor de ciencia ficción, no obstante que son exactamente los mismos con que entonces pretendí desenmascarar al "holding" de la mafia en el poder.
Me he preguntado últimamente qué me disgusta de las formas actuales de la democracia, en tanto que la mayoría de las personas alrededor del mundo, sin importar su condición social y cultural, la quieren, la veneran y hasta la idolatran.
La hipótesis que me he atrevido a formular es que lo que les atrae de la democracia es la imagen persuasiva de su concepto. Más que una realidad, lo que aprecian es un símbolo cargado, como ningún otro en la historia, de ilusión, de simulación, de un artilugio que aglutina las promesas de liberación más anheladas por la inconciencia colectiva... en fin, lo que adoran es la imagen más compleja jamás creada por ideología o imaginería alguna. Sin más, esa realidad que tanto se defiende tiene que ver, más que con la verdad, con la verosimilitud de la Poética aristotélica; es como el pacto que hacen los autores y actores de teatro con su público: evadir una realidad que oprime a cambio de soñar la ficción que produce catarsis y complace.
Hasta hace poco tiempo, la idea capaz de proyectar con la mayor de las potencias a un ser humano, había sido para mí la que me platicó un genial primo mío, a quien se le ocurrió, con el fin de “ligarse a una gringa”, decirle que se llamaba Luis Pemex. Y para que esto cobrara aún mayor significado, la invitó a un tour en automóvil, a fin de que conociera todo el país, de gasolinera en gasolinera. Ya se imaginarán lo que este genio de la seducción logró con aquella gringuita.
Ni duda cabe que el poder (y todo lo que con él puede obtenerse), representa una de las principales motivaciones de la gente de hoy. De tal modo que si una fórmula, como la de la democracia, es capaz de prometerle todo el poder al pueblo, será difícil que éste se contente con otra solución política. Pero preguntémonos sinceramente:
¿Es verdad que el poder lo detentan los pueblos de las democracias? ¿Son ellos los que obtienen los beneficios de los Estados? ¿No se supone que entre más países se abren a la democracia, debería haber cada día mayor justicia para los pueblos y en consecuencia menos pobres? ¿Se trata entonces de una trampa? ¿Cuáles son los mecanismos para entrampar a los pueblos en tan maquiavélico y masivo engaño? ¿Quiénes entonces, en vez de los pueblos, se benefician al manejar los hilos de las democracias?
Para adentrarnos en la comprensión de estas ideas, tomemos como ejemplo lo que ha ocurrido o podría ocurrir en un país como éste.
Imaginemos que un pueblo ha sido gobernado por una clase política y un partido durante 70 años. Después de varios experimentos, de izquierdas y derechas, usurpa la presidencia de esa “república democrática” un enano enfermo de poder, quien toda la vida soñó y planeó llegar a las alturas para convertirse en rey, un rey que sin límites pudiera manejar todo el poder aún detrás del trono.
El enano orejón oteó por encima y por abajo la realidad del mundo, y la dimensión que más lo sedujo definitivamente fue la económica [porque sólo por medio de ella puede asegurarse el poder]. Finalmente afirmó su identidad más profunda como homo economicus. Lo económico se convirtió en el valor cumbre de su vida y, a partir de ese momento, todo giraría en torno a ese parámetro axiológico; no llegaría a competir con ese valor ningún otro; hasta sus desordenadas motivaciones sexuales se subordinarían a aquel interés.
[Llegó a la conclusión de que para realizar su pasión delirante, había que hacer política profesional]. Hizo su plan y lo comenzó a poner en práctica, paso a paso, desde antes de llegar a la presidencia de la “república democrática”.
Estos son los pasos que pensó dar y fue dando:
Para convertirse en rey, habría que modificar la Constitución de la “república democrática”. Eso haría si las condiciones se lo permitieran. Pero si no, se mantendría en el poder trás el trono, [no imponiendo a un político con independencia, sino] a un pajecillo a cargo de la presidencia, un gerentillo con lentes y gallos en la voz, que más allá del teatro político a representar a fin de no generar sospechas, fuera completamente controlable.
Ahora bien, para ejercer tal poder, tendría que convertirse en el padrino de un nuevo y poderoso grupo financiero a escala global. Para ello, tendría que aprovechar algunos talentos empresariales corrompibles, nacionales y extranjeros. Su brazo derecho al frente de dicha empresa lo encontró en un restaurantero y tabacalero, mexicano de origen libanés y ya con alguna fortuna acumulada, a quien enriquecería estratosféricamente ordenando que la “república democrática” le vendiera uno de los monopolios estatales más poderosos: nada menos que la empresa telefónica, la cual podría comprar mediante un ridículo enganche y un blandísmo crédito a largo plazo que se liquidaría con parte de las utilidades que la susodicha empresa fuera generando.
Otro de los “talentos” empresariales sería un primo del mexicano-libanés, quien sería beneficiado con el dedazo para adquirir, en condiciones también privilegiadas, nada menos que el sistema bancario más poderoso de la “república democrática”, anteriormente nacionalizado por el único perro que se ha colado a la primera silla del poder [y ulteriormente vendido en fast track, por presidente zorro, a uno de los grupos bancarios y financieros más poderosos del orbe que ayudarían a limpiar todo el "enjuague" o lavado de dinero de la mafia hasta entonces].
El enano orejón obtendría también muchos otros apoyos de cierta clase empresarial que sería capaz hasta de vender su alma al diablo, con tal de recibir una oportunidad para engrandecer sus fortunas. Para esto, contó con los servicios de relaciones públicas del más influyente magnate propietario de otro monopolio privado: el más poderoso que ha existido jamás en la “república democrática”: la televisión abierta. Con la garra de un tigre, con vocación de soldado partidista, este empresario reunió a otros poderosos, quienes tentados por su insaciable ambición, no dudaron hasta de depositar en la charola ritual, una inmensa cantidad que se supone sería para desarrollar al partido político del enano orejón; pero que jamás nadie volvería a saber dónde quedaría semejante aportación.
Uno de esos empresarios “cumarciantes”, accionista principal del monopolio de la alimentación chatarra, había resultado beneficiado en la compra de unos terrenos para construir su buncker corporativo, terrenos que el funcionario más cercano al enano orejón, y a quien después traicionaría, arrebató a personas marginadas que sobrevivían en torno a esas minas de sal que, en virtud de su ubicación estratégica convertiría en un privilegiado parque de oficinas corporativas]. Precisamente, el empresario de chatarra, quien creía tener información de primera mano proveniente tal vez del enano orejón quien por cierto había ido a inaugurar su buncker, estaba seguro de que aquel funcionario más cercano sería el nuevo presidente de la “república democrática”, a tal grado que le financiaba algunos de sus proyectos y hasta tenía trabajando para él a familiares muy cercanos a quienes pensaba colocar en el centro mismo del poder, una vez que ganaran las próximas elecciones.
Todas estas jugadas que el enano hacía sobre su tablero, patrocinadas por el magnate de la televisión, le hicieron creer a este último que seguramente resultaría beneficiado en el momento de que el enano impusiera su “dedazo” para señalar a la persona que resultaría ganadora en la licitación para adquirir la segunda más importante cadena de televisión de la “república democrática”; es decir, la que controlaba el gobierno del enano orejón. Pero ¡qué decepción!, el enano tenía muy claro en su plan que favorecer a ese tigre de la clase empresarial, a quien no sólo admiraba sino que temía, podría resultar sumamente peligroso.
Por eso, el enano quiso garantizar que verdaderamente contaría con los aparatos de Estado necesarios para consolidar su poder perpetuo. Él había aprendido de sus maestros neoliberales y estaba perfectamente consciente de que las democracias sólo funcionan actualmente cuando se las manipula con el empleo de los medios masivos de comunicación: las pobres e ignorantes masas manipuladas creen que las elecciones las hacen libremente, sin darse cuenta de que han sido sometidos en una batalla que se ha librado subliminalmente dentro de su inconsciente. Por eso, el tirano requería del control de esos medios, para que gozando de todo el poder, se hiciera creer a los neófitos ciudadanos que la democracia estaría a su servicio. Debido a la importancia estratégica de esto, el dedazo no lo dio en favor del felino magnate, sino que impuso a otro empresario, apoyado por su familia apellidada exactamente igual que el enano orejón. Aunque sí pertenecían a la clase empresarial, no eran en definitiva gente que tuviera un liderazgo o amplio reconocimiento de las cúpulas empresariales y gubernamentales; es más, ni siquiera tenía experiencia en el manejo de medios de comunicación, y mucho menos poseía la suma requerida para esa adquisición, aunque fuera de poca monta en función de los beneficios esperados. ¿Entonces, cómo lograría el enano que esa familia adquiriera la cadena de televisión perteneciente a la “república democrática”? Pues muy fácil, le “prestaría” los recursos a través de su “hermano incómodo”. ¿Pero de dónde obtendrían ese capital?
Una de las piezas clave que manejaba el maquiavélico enano era nada menos que su propio hermano, a quien algún periodista bautizó como el “hermano incómodo”. Entre muchas otras maniobras, el hermano se encargó de ser el enlace entre los cárteles del narcotráfico internacional y las fuerzas de represión y control del gobierno del enano. A cambio de protección dentro de la “república democrática”, recibía de ellos inconmensurables cantidades de dinero que depositaban en cuentas bancarias por todo el mundo, a nombre del “hermano incómodo” y de algunos alias de éste, así como de otros prestanombres. Es así que, los millones de dólares que se requerían para comprar la televisora estatal, no se dificultaría obtenerlos. La consigna fue que la susodicha familia beneficiaria de la licitación actuara, en parte a nombre propio y, en la mayor parte, como prestanombre del “hermano incómodo”; o sea, la mismísima sombra del diablo orejón.
Esta estrategia que, si bien le sería fundamental dentro del proceso de consolidación de su poder perpetuo, sería muy mal vista y sentida por el casi primer aliado que había tenido el enano; o sea, el felinesco magnate del monopolio privado de televisión abierta, quien con enorme orgullo se había autonombrado principal soldado de la presidencia y del partido oficial de la “república democrática”. A tal grado se sintió traicionado con esa medida política que el cáncer que mantenía controlado con atenciones médicas del primer mundo, se le desencadenó vertiginosamente sin poderlo ya controlar durante los años que le quedaron de vida...
El tiempo pasó, el gerente de lentes y gallos en la voz continuó su labor como "ceo" eficaz y honesto de la "república democrática", pero preparando el holding de la mafia a nivel internacional...
El tiempo pasó, el gerente de lentes y gallos en la voz continuó su labor como "ceo" eficaz y honesto de la "república democrática", pero preparando el holding de la mafia a nivel internacional...
El único hijo varón, principal heredero del tigre recién fallecido, con sus veintitantos años de edad aún no contaba con la experiencia y el liderazgo suficientes para sacar adelante a semejante emporio televisivo. Sin embargo, se asesoró y logró llevar a cabo un plan para liquidar a los demás accionistas principales del grupo de empresas, entre ellos, familiares y hombres de poder económico y político. Esta medida que, por un lado lo mantendría al frente de la empresa, no obstante, por otro lado, lo pondría en una crisis financiera extremadamente difícil de salvar.
Pero, oh, de pronto salió al rescate nada menos que el brazo derecho empresarial del enano orejón: su socio, el magnate estratosféricamente enriquecido con el monopolio telefónico. Se acercó al joven heredero, tal vez hasta lo consoló como un padre o padrino, y le ofreció su incondicional apoyo. Puso a su disposición una increíble suma de dinero para salvar la terrible situación que amenazaba al emporio televisivo. A cambio de esa aportación, el enano orejón, a través de su brazo derecho y prestanombre empresarial, obtuvo por lo menos el veinte por ciento de las acciones del primer grupo televisivo de la “república democrática”.
Ahora sí, teniendo asegurado el control sobre las dos televisoras más poderosas del continente latinoamericano, ya nada podría detener el éxito del plan estratégico del enano orejón. ¿Cómo consolidaría en lo sucesivo su poder “democrático” detrás del trono?...
¿Continuará?...