por Javier OTK
En la entrevista que le hizo Sabina Berman [*] a Patricia Duarte y José Francisco García, padres del pequeño Andrés Alonso quien perdió la vida en el incendio de la guardería ABC de Sonora, la conductora explica el acto de hacer justicia desde su perspectiva cultural, entendiéndolo como un castigo proporcional al daño causado.
Esta noción, como es lógico suponer, se basa en la ley judaica del talión que se expresa en la sentencia del “ojo por ojo y diente por diente”, que en la modernidad hizo eco en el liberalismo que adaptó legislación romana al Estado de Derecho.
Ese es el mismo fundamento del que parte, también, el escritor Enrique Krauze cuando refiriéndose al liderazgo moral de Javier Sicilia, le pide que no pare su movimiento; no obstante en su artículo 'Haga que no pare' lo reta: "En su fuero interno Sicilia no ignora, no puede ignorar, la irreductible maldad de los criminales. Y a ellos, pienso, no se les encara sino con la fuerza y la ley. Ésa es quizá la primera pregunta que debe contestar su fina y desgarrada conciencia religiosa: ¿cómo tratar con los asesinos de su hijo? La sociedad, necesitada de luz, esperanza y claridad, aguarda su respuesta".
Hoy, Javier Sicilia nos da esa respuesta a la audiencia del noticiero matutino de Carmen Aristegui. Sicilia no habla de una justicia proporcional al estilo de la ley del talión, sino a la manera de Jesús y su ley del amor. Sicilia expresa que quiere encarar a los asesinos de su hijo dialogando para “trabajar con ellos el perdón”, para que aflore de su hondura humana y así ellos puedan salvarse.
La ley del Amor, que supera a la del ojo por ojo, busca también la justicia. Ella es el presupuesto para encontrar la paz. Pero se trata de una justicia fuera de toda proporción mundana. No importa qué tan grave haya sido el daño, el amor otorga el perdón... pero solamente otorga el perdón, cuando ese amor se proyecta como en la sonrisa y la mirada transparente de Carmen.
La violencia no se combate con una dosis equivalente de violencia. El perdón es una virtud, o un valor espiritual y moral, infinitamente superior a la venganza o al castigo proporcional de aquella clase de justicia. Gandhi, el inconfeso cristiano en acto, lo comprendió muy bien.
El cambio que hoy necesita la humanidad, requiere de acciones desproporcionadas; es decir, plenamente humanas, donde el espíritu hable por su raza, donde el espíritu incendie los corazones y así los actos de la plenitud humana irradien luz sobre las sombras de lo infrahumano que lucha cada día con mayor furia por imponer su ley.
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[*] Pregunto a Sabina Berman: ¿Por qué el programa de Shalalá que hiciste recientemente con Javier Sicilia, es el único que no aparece en la lista de los “programas anteriores” que pueden verse en el sitio Web de TV Azteca?
Nota: Las fotos han sido descargadas de Internet, para ser usadas como crestomatías sin fines de lucro.